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Los representantes de Jabés le pidieron un plazo de siete días para enviar mensajeros por todo Israel y pedir ayuda. Se comprometieron a rendirse si nadie venía en su ayuda.

Cuando los mensajeros dieron la mala noticia en Guibeá, que era donde vivía Saúl, toda la gente comenzó a llorar a gritos. 5-6 En ese momento Saúl volvía del campo, donde había estado preparando el terreno para la siembra, y preguntó: «¿Qué le pasa a la gente? ¿Por qué llora?»

Cuando le contaron lo que pasaba en Jabés, el espíritu de Dios vino sobre él, y Saúl se enfureció.

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